lunes, septiembre 12, 2005
Pensando en...Como dije en el post anterior, estoy muy cansada. Siento que estas últimas semanas, mis pensamientos han rondado por el tema de la muerte. Está claro que existe toda una significación acerca de ella, aquel túnel luminoso en donde al final te espera Dios o lo que creas y en el camino te vas re-encontrando con tus seres queridos. Siento que más allá de todas las explicaciones y consuelos, es una cuestión de fe y de conciencia. Fe, en el sentido de creer y saber que la muerte es un paso a lo eterno y lo definitivo. De conciencia, pues estaría claro que quien se va, está feliz, ¿pero los que quedan?.
Como les conté a algunos. Ayer (y hoy) fui al velorio del alumno de mi mamá. Sus compañeritos le regalaron cada uno una flor roja. Tarjetitas pegadas en la pared con un "Adiós Juanito". Su mamá, acurrucada como un osito koala en el pecho de mi mamá. Cuando lo vi, sentí una angustia "rara". Era quien mi mamá hablaba siempre. Su Juanito, su regalón. Me sorprendio lo Mater que es mi mamá. Esos rasgos tan sobrenaturales de despedirse de su alumno, como si fuera el único que tuviera. También ver su humanidad y el cariño con el que cobijaba. Su vocación de profesora y su sabiduría. Juanito hoy estaba de cumpleaños, justamente hoy es su funeral.
Traté de descubrir la voz de Dios, pues una muerte repentina y trágica como la de él, no dejaba de replantear mi propia vida. Tenía cosas inconclusas y muchas. Tenía la confusión de que el perdón era sinónimo de olvido y que lo tenía que esperar por obra y gracia del espíritu santo. En el velorio, comprendí que ya era hora de actuar y resolver cosas sin resolver. Limar asperezas y perdonar de corazón. ¿Perdonar que?, ya ni me acordaba en verdad por qué me había sentido. Tomé conciencia de la muerte una vez más. Volví a recordar aquello de no dormirme sin resolver lo que se pudo resolver en el momento. Dejé de lado el rencor y actué.
Creo, que la agonía de mi tata se trata de lo mismo. De dar tiempo para despedidas y reconciliaciones. Aunque esté sumergido en ese sueño del cual no despierta. Creo que su agonía ha dado más de una lección de vida a todos. A mi misma.
Es verdad, que no quiero perderlo, que lloro encerrada en el baño muchas veces al día. Se me aprieta la garganta. Siento escalofríos. Me imagino a momentos su funeral. Mi papá y personas llorando culpas. Siento paz, de haber dicho todo lo que quise decir, estando aun despierto. Pero claro, en mi estaba la esperanza de generar más presente y contarselo.
Y estoy cansada, muy cansada. De roles que tomo quizás porque no hay nadie que los quiera tomar. Hoy siento un peso indescriptible en mi espalda.
La próxima semana, empezaré con terapia a la mamá de Juanito. Nuevamente la Mater toma mi palabra y me abre un nuevo corazón. Ahora si, tengo ayuda de un angelito en el cielo. Le pido a ese mismo angelito y al cielo entero, que sostengan a mi papá, porque pesa mucho para sostenerlo yo. Ayúdenme con eso ¿ya?.
Miles de besos. Necesito dormir.
