lunes, agosto 15, 2005

dame la paz mía de cada día


Hace un tiempo estuve con mis ahora "colegas" en un curso de control mental. No, no era una secta ni nada por el estilo. Daban técnicas para lidiar con el insomnio, los malos hábitos como fumar (já) o comer en exceso, las decisiones y mil cosas más. El ejercicio que cerraba el curso se hacía en parejas. Obviamente que me junté con mi patner de siempre, que había sacado una hoja de una ruma de cerca de 400 que tenía la profesora en la mesa. Yo estaba con los ojos cerrados, concentrada. En la hoja salía la descripción de una persona real, con su edad, su aspecto, su sexo, y la dolencia que padecía. Esas hojas eran de otros alumnos que habían hecho el curso y respondía al caso de un familiar o conocido con algún tipo de enfermedad. El ejercicio consistía en que mi patner tenía que decirme el nombre y la edad de la persona de la ficha. Yo debería adivinar, o chamullar sobre cómo pensaba yo que sería esa persona, que enfermedad padecería, sólo a partir de un nombre y una cifra.El ejercicio se repetía tres veces. Las dos primeras fueron un vulgar fracaso. Se me aparecían caras, flotando, en la mente, y las describía sin achuntarle a nada. O cuerpos a lo largo con caras difusas. Pero llegó el tercer intento: “Es una mujer de 63 años, y se llama Inés”. La imagen apareció esta vez como una iluminación repentina. Empecé a describirla. Su cara, sus lentes, su pelo, su ropa, su peso. “¿Y de estatura?” me preguntó. “No sé, contesté. “Bueno, dime más o menos, bajita o alta?”. “No tengo ni idea. Es que la señora... está sentada.” “Chanta!,vamos a pasar a las enfermedades.” Yo no fui consciente, porque estaba concentrada, con los ojos cerrados, pero doña bajó su dedo por la hoja hasta llegar al historial clínico de Inés. Sólo fui consciente de un silencio algo más largo de lo habitual hasta mencionó la siguiente pregunta.Terminó el ejercicio, y yo debía permanecer concentrada mientras me informaba de lo que le achunté o no. “Bueno,” me dijo, “Inés es una señora entradita en carne, como dijiste. No dice nada de que lleve lentes, pero tampoco de que no los lleve. Tiene el pelo con canas.” “Y la Andrea hizo su aporte, “Inés es paralítica.” Los ojos saltaron , igual que mis manos, que agarraron asustadas las de ella.
Será infantil, pero hoy nos acordabamos de eso, pues creímos en la magia o Mater pa nosotras. En esa corriente invisible que roza y parece que por unos segundos tenemos la más grande predilección. Es nuestra mente y nuestro corazón, más sabia que nosotras y que nos susurra, que nos advierte “eso te va a salir mal” o “no lo dejes escapar.” Ese impulso inconsciente que te dice “No seas pava” o “sal corriendo antes de que sea tarde.” Ese pepe grillo que nos indica que vamos por buen camino.Por eso me gusta escuchar a mis sueños y conversar con la Señora. Me gusta cuando la mente me traiciona, porque sé que en realidad soy yo quien ha bajado la guardia.
Quizá por eso, al crecer, renacen las imágenes de la niñez. Para recordarnos que hubo una época en que no nos hacíamos los sordos. Una época de ilusión, de entusiasmo, en la que nada estaba escrito y todo, absolutamente todo, era posible.
Mi pregunta de hoy es: ¿Todavía lo es?
Besososososos miles. Muero de sueño!.

Posted by Solcita :: 12:31 p. m. :: 0 Comentarios:

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